Comienza en el cementerio la búsqueda de los bebés robados
El Ayuntamiento y la Asociación quieren recuperar los restos de 46 pequeños en 44 sepulturas en un plazo de doce meses
José A. Hidalgo
Se iba a llamar Luisa. La madre ingresó en el Hospital Fernando Zamacola (el actual Puerta del Mar) para dar a luz y llevaba en sus manos los pequeños pendientes que pensaba poner a su recién nacida. En casa todo estaba preparado: la cuna, los juegos de camas, el biberón, los primeros juguetes...
Pero Luisa no llegó. Dijeron los médicos que era un niño. Isidro sería el nombre. Al padre le dijeron que el bebé había fallecido a las tres horas y media de su nacimiento. Pero no le dejaron ver el cuerpo.
Ahí empezaron las dudas, la búsqueda, la indignación. Hicieron acopio de numerosos documentos oficiales que se contradecían entre sí. Uno afirmaba que había nacido muerto, con el cuerpo macerado.
Luisa o Isidro. Ahora tendría 34 años de edad. Su hermana Toñi estaba ayer en el antiguo cementerio de San José. Junto a numerosos miembros de la Asociación de Bebés Robados iba a participar en el inicio de la búsqueda del cuerpo de su hermana. O de su hermano. Ver si de verdad estaba enterrado o si, por el contrario y como teme su familia, la sepultura está vacía.
El Ayuntamiento de Cádiz comenzó ayer el proceso de búsqueda de estos bebés. En Cádiz, según la Asociación que engloba a este colectivo, son 46 pequeños, presuntamente enterrados en 44 sepulturas. El gaditano será el primer camposanto donde se haga una operación de este calado, en cuanto a número de afectados, y en un cementerio ya vacío. Los trabajos se han iniciado con el caso de la familia Alcina que, junto a otro más, son los únicos cuyos casos no han prescrito judicialmente.
El teniente de alcalde Martín Vila, presidente de Cemabasa (empresa pública que gestiona varios cementerios en la Bahía) se mostraba ayer especialmente satisfecho con el inicio de estos trabajos. Además de un compromiso electoral supone para él "recuperar la verdad, la justicia y la reparación de unos derechos". Cemabasa ha activado un plan de colaboración con la Asociación, tanto de personal como de financiación, a la vez que el arqueólogo del Ayuntamiento va a participar activamente en los trabajos iniciados ayer.
Chary Herrera, presidenta de la Asociación de Bebés Robados, se volcaba en el agradecimiento al Ayuntamiento y a Cemabasa, y personalmente al propio Martín Vila, recordando los años de espera que han soportado todas estas familias. "Ayer (por el jueves) una de las madres sufría una crisis de ansiedad, tras solventar las últimas pegas legales. Estamos satisfechos aunque nos mostramos incrédulos hasta no ver el hoyo abriéndolo".
Que el trabajo implique actuar en un cementerio cerrado, con el apoyo municipal y sobre un elevado número de enterramientos le da un valor singular hasta el punto que "abrimos el camino para otras ciudades", concluye Herrera.
El trabajo iniciado ayer es lento, minucioso y complicado. Se trabaja sobre enterramientos estrechos, de apenas 60 centímetros de ancho, y una profundidad que puede llegar a los 4 metros. En el caso de los adultos pueden encontrarse hasta 14 restos, pero con los niños pueden llegar hasta 40. Los arqueólogos harán una primera criba, atendiendo a la documentación existente sobre la ubicación de estos enterramientos (la fila y el lugar dentro de ella, especificada en los libros del cementerio) para que al final limitar las pruebas de ADN a un número muy limitado de restos.
Será entonces cuando se pueda constatar si los restos de estos 46 bebés corresponden o no con los que sus familiares consideran que están desaparecidos.
"Quiero decirle a mi hermano que no lo abandonamos"
Toñi Alcina tenía 9 años cuando sus padres llegaron a casa sin su nuevo hermano. Decían que había fallecido, pero ya la duda anidaba en ellos. "A mi me tocó junto a mi tía desarmar las cosas que estaban preparadas para el nuevo bebé. La cuña, el baño... Tenía nueve años y fue un trauma que me ha acompañado toda la vida".
"Yo quiero que mi hermano no esté enterrado. Quiero que esté con vida y poder decirle cara a cara que nunca lo abandonamos. Pero también pienso en mis padres, en todo lo que han pasado, en el estado en el que se encuentran (la madre ha necesitado atención psicológica y el padre el día antes del inicio de la exhumación estaba muy deprimido) y pienso que lo mejor sería que estuviese enterrado". Su hermano, Isidro, ahora tendría 34 años de edad.