Mucho ha llovido ya desde que Torcuato Benjumeda dibujase un ambicioso proyecto que tuvo que ser adaptado a la urgencia de una ciudad asolada por la enfermedad. Desde entonces,el cementerio de San José de Cádiz ha sido ampliado y ha acogido tanto gaditanos como a aquellos que llegaban de otros lugares y que nuestra ciudad hospitalaria por definición, recibía con los brazos abiertos convirtiéndose para la mayoría en el lugar en el que verían el fin de sus días.
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