Otro lugar de interés en el Cementerio, es el Lago y Templo de la Memoria, con Pebetero para esparcimiento de cenizas, conjunto arquitectónico único en España. El mismo está presidido por una representación de un templo de estilo grecolatino donde, a ambos lados, se representan talladas escenas del mito griego de Perséfone. Con este mito los griegos explicaban la sucesión de las estaciones a lo largo del año, y la renovación anual de la naturaleza y sus frutos. En el centro de este conjunto se sitúa un pebetero de mármol, con forma parecida a una pila bautismal, en el que se esparce en su interior las cenizas de los fallecidos. En la pared de la misma se puede leer la famosa frase de Ovidio: “OMNIA MUTANTUR, NIHIL INTERIT”, todo se transforma, nada perece. A ambos lados de este frontón, hay unas paredes sobre las que se pueden situar placas en memoria de los difuntos, y cuyas cenizas han sido esparcidas en este pebetero. Un muro que sirve de vínculo con nuestra propia memoria.
En ese espacio confluyen todos los elementos: el agua, líquido primigenio, origen de la vida y también símbolo de muerte; la tierra que nos vuelve a prestar sus entrañas para nuestro eterno descanso; el fuego que enciende nuestros corazones en los momentos en que juramos mantener el recuerdo, y el viento presente en todas las necrópolis.
Mito de Deméter y Perséfone:
Deméter es la diosa de la naturaleza y de la fecundidad. Su nombre la designa como Madre de la tierra cultivada. Deméter es la responsable de que germinen los cereales y de que los campos florezcan en primavera. Ella en definitiva, es la madre naturaleza, responsable de dar calor y alimento a todos sus hijos.
De su unión con Zeus nació Core, una niña bellísima, digna hija del cielo y la tierra. Deméter estaba pletórica de alegría y la tierra nunca fue tan fecunda. La niña creció feliz en un mundo donde reinaba la abundancia y la armonía, pero desgraciadamente Hades, el Dios de la Muerte, se había enamorado de ella.
Un día, en un arrebato de locura, Hades raptó a la joven, le cambió el nombre, la llamó Perséfone y la nombró reina de los muertos. Deméter se sumió en una tristeza tan profunda que abandonó su gran misión: mantener la armonía y la fecundidad de la tierra. Los campos de trigo se volvieron yermos, los bosques se convirtieron en ciénagas y la luz del sol se negó a salir.
Tan terrible era la situación, que Zeus se decidió a intervenir pidiéndole a Hades que dejara volver a la joven con su madre. Pero Hades, astutamente, le había dado a morder a Perséfone el fruto de la granada, sellando de esta manera el futuro de la joven al reino de los muertos. Ante esta situación, Zeus tuvo que poner orden. Mandó a Hades que compartiera a Perséfone con su madre, un periodo del año viviría con él en el submundo y otro subiría a la tierra con su madre. De esta manera comenzaron los ciclos estacionales.
Cunado Deméter vio a su hija volver del inframundo, se sintió tan feliz que los campos volvieron a dar sus frutos. Los cereales volvieron a germinar y las flores volvieron a cubrir con un manto multicolor todo lo que antes solo era desolación. Pero esta felicidad no será para siempre ya que, al cabo de un tiempo, Deméter tendrá que renunciar de nuevo a su hija y dejarla regresar con su esposo Hades, periodo en el que volverán el frío y la oscuridad, hasta que Deméter vea de nuevo surgir el rostro de su amada hija de entre las tinieblas.
Con ella, como siempre, volverá la primavera.
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